El tremendo poder balsámico del Silencio es muchas veces aludido metafóricamente, por Ezra Pound, en un acuerdo natural con su esencia inefable. Así, en su poema “Francesca”, lo desea, lo sugiere, lo ansía. Lo desea como aguamarina que disuelva sus pensamientos confusos. Lo sugiere en la danza, encarnado en la caprichosa coreografía de la simiente. Lo ansía como marco para el reencuentro… Francesca, amada en el silencio, se libera de la vulgaridad...
Tú saliste de la noche
y había flores en tus manos,
ahora saldrás de entre un barullo de gente,
yo que te había visto entre las cosas prístinas...
Quisiera que las olas frescas cubrieran mi mente,
y que el mundo se secara como una hoja seca,
o como semillas de diente-de-león fuese aventado,
para que pueda encontrarte de nuevo, sola…
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