Platón escribió en el Banquete, quizás una de sus obras más conocidas, que si «hay algo por lo que vale la pena vivir, es por contemplar la belleza». Sentencia con la que probablemente muchas personas, en la actualidad, estén completamente de acuerdo. Aunque, realmente, no estén hablando de lo mismo. No, el concepto de belleza al que se refiere Platón, y que era dominante en su época, no es el mismo del que podemos hablar nosotros...
Para nosotros algo bello, un objeto, una persona o, incluso, algo etéreo, como puede ser una canción, tiene que ver con las formas, los colores, la melodía de dicho objeto, persona o canción. Nuestra percepción de la belleza tiene más que ver con lo que sostenían los sofistas, cuando aseguraban que algo bello es lo que da placer a la vista y al tacto. A los sentidos, vaya.
Sin embargo, para Platón lo anterior no sería más que una parte de la belleza, que también tendría que ver con elementos sociales, mentales, sistemas políticos… Con la virtud, el bien, y la verdad. Así que cuando Platón habla de belleza, no se está refiriendo únicamente a aquello que da placer sensual, que agrada a los sentidos, sino a todo lo que causa aprobación o admiración, lo que fascina y agrada en cualquier de sus formas.
Es en uno de sus diálogos, en el Hipias Mayor, en el que Platón, como siempre poniéndolo en boca de su maestro, Sócrates, trata de establecer una definición de lo que es belleza. Para Hipias, en una postura claramente utilitarista, la belleza, lo más hermoso, es hacer fortuna, ganar dinero, gozar prestigio entre sus contemporáneo, tener buena salud y una vida longeva. Comprobamos que aquí se mezclan muchos conceptos que nosotros podríamos considerar como agradables, útiles o buenos, pero no bellos. Como hemos dicho antes, para la mayoría de los griegos no existía tal distinción.
Por su contra, Sócrates, es decir, Platón, aseguraba que lo más bello, lo más hermoso que una persona podría contemplar es la sabiduría. Existen las vasijas hermosas, las mujeres y hombres bellos, pero solamente en un sentido puramente estético. La belleza como tal, en su máximo esplendor, desbordaría este pequeño recipiente para abarcarlo todo. Y en ese todo, lo más hermoso es la sabiduría.
Es decir, para Platón, al margen de los estéticos, la belleza abarca también los morales y cognoscitivos. Como también lo hace, por otra parte, el bien. Así, aunque el Banquete sea un libro que trata de ser una loa a la belleza, y ese es su tema principal, lleva como subtítulo Sobre el bien. ¿Cómo es posible esto? Desde nuestra perspectiva puede resultar contraituitivo pero para Platón la belleza y el bien eran términos que se podían sustituir sin cambiar su significado, eran sinónimos. Lo que decía del uno lo aseguraba del otro.
Algo que, por otra parte, era moneda corriente entre los pensadores griegos de la época donde la teoría de la división entre belleza, bien y verdad no era todavía dominante...
Ruben Avila
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