Ahora más que nunca es preciso volver a las praderas, a las montañas y a esos valles mágicos y encantadores para restaurar nuestro lazo con la Fuente de la Vida. Inhalar y dejarse elevar hasta los confines del Universo. Exhalar y traer el Cosmos de vuelta a nuestro interior. Después, impregnarnos profundamente de toda la bondad que existe entre la tierra y los siete cielos, y comulgar con la vibración sagrada de los animales, de los minerales y de las plantas, para finalmente fusionar nuestra respiración con la respiración de todos los seres, convirtiéndonos así en el Aliento del Cosmos...
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