Estaba releyendo el otro día la obra cumbre del gran Maestro Zen Eihei Dogen, el 'Shobogenzo', cuando me encontré con un fragmento muy, muy especial, que dice así: “… Cuando estamos ante una obra literaria de calidad lo mejor que podemos hacer es entender el significado profundo desde el principio y no ocuparse para nada de las palabras en sí. Si queréis escribir un libro no tratéis de escribir de acuerdo con las reglas de la literatura ni de la retórica, no penséis en las rimas ni en ningún otro fenómeno lingüístico. – Dejad que el estilo y el lenguaje se desarrollen por ellos mismos. Lo único importante es escribir detalladamente la verdad que queréis expresar. Aunque la gente del presente, los “entendidos”, piensen que vuestra técnica de escritura es pobre o vuestro mensaje ilegible, lo esencial en la Vía es facilitar a las generaciones futuras una comprensión profunda de la realidad más allá de las formas o de las técnicas. Estas personas sí os entenderán…”
Genial, ¡realmente genial! El mismo Dogen, antes de alcanzar la Iluminación, cuando viajó desde Japón a China para encontrar a un Maestro, conoció a un predicador Shingon y le interrogó acerca de las enseñanzas esotéricas de su escuela. El predicador, que era un auténtico maestro, le respondió: “Lo he olvidado todo. No recuerdo ni una sola palabra”. Ante lo cual, Dogen escribe en su Shobogenzo: “Esto fue lo que me respondió. Así debe ser la mente ideal de aquél que aspira al Despertar. Sin lugar a dudas, aquel predicador se acordaba de muchas cosas, pero ya no quería hablar de algo que le parecía inútil… Sí, debemos olvidar todo lo que sabemos…”
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