Uno de los aspectos más sobresalientes desarrollados por la espiritualidad sufí toma como base el concepto árabe de raigambre coránica barzaj (Corán 25, 53), que podríamos traducir por istmo e incluso espacio intermedio o punto de transición entre dos entidades o lugares. En cualquier caso, jamás este istmo connota estrecho que separa sino más bien puente que une, al menos tal como los espirituales musulmanes, tanto sufíes como otros, lo comprendieron. Dichos espirituales también dieron en llamarlo 'âlam al-mizâl o espacio de la simbolización o imaginal…
Sea como fuere, y sin miedo a exagerar, podría afirmar que todo el sufismo, y el esoterismo islámico en general, se fundamenta en dicho concepto clave, barzâj, ignorado por unos (los que ahogan lo espiritual en la ciénaga del legalismo) y malinterpretado por otros (los que confunden imaginal con imaginario). - El caso es que todo ser humano consiste en un barzâj, al menos el musulmán despierto y consciente de serlo. También la imagen del derviche giróvago representa un barzâj. En él, en su continuo girar al ritmo del latido del corazón, que es el de la propia vida, lo espiritual se corporaliza y lo corporal se espiritualiza…
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