He cruzado la línea hace tiempo, descorriendo casi todos los velos, quitando todas las máscaras/la persona; y me he asomado a otros mundos. Vivo en lo que Baudelaire definía como 'chambre double', la cual sólo abandono para ocuparme de las cosas más necesarias. Mi "estar aquí", mi presencia, se parece a un sueño hibernal iluminado… Vivo instalado en un constante viaje iniciático, en una epopeya que nadie puede imaginar siquiera…

viernes, 30 de mayo de 2014

Al Andalus evoca una manera de vivir, refinada, libre, pacífica, tolerante... que debemos recuperar

Después de mostrar, en este blog, y recientemente, la Poesía y el Lirismo inscritos en cada línea de 'Respiramos, Confiamos y Fluimos...', donde el Espíritu vuela muy libre y muy alto, advirtiendo después -en el post titulado 'El Amor nos hace verdaderamente libres' - de lo que se encuentra en las antípodas, esto es, aquellos fundamentalismos e ideologías esclerotizadas que nos roban la libertad, el amor y la vida, presento hoy un artículo extraordinario de Mª Dolores F.-Fígares titulado 'El mito de al Andalus'. 




¡Qué necesidad tenemos de recuperar, desde los parámetros de nuestro tiempo, ese espíritu! Estamos a años luz, no tenemos nada que ver, absolutamente nada, los que defendemos y postulamos ese espíritu de convivencia y de diálogo con todos los elementos espúreos y repugnantes que pululan en nuestra época. Dan náuseas los fundamentalismos, los talibanismos, los wahabbismos, los salafismos, los fanatismos integristas que pululan por el Sahel, por Nigeria, por Somalia, por Pakistán... y por tantos otros países en los cuales colectivos amplios de población viven en un clima constante de odio y de violencia, desdibujando y traicionando de manera flagrante el espíritu genuino, tolerante y pacífico del Islam, que sin embargo sí se manifestó en toda su plenitud y su belleza en la maravillosa y extraordinaria civilización andalusí. 





Una civilización que puede resurgir dentro de uno mismo primero para luego extenderse a otros espacios, a otras personas, a otros lugares, de manera incluso atemporal. Así lo entendieron y lo vivieron, entre otros muchos grandes espíritus de este tiempo reciente, los 'conversos' Martin Lings, René Guénon, Titus Burckhardt, Frithjof Schuon, Muhammad Asad, Roger Garaudy, Blas Infante, Sir Richard Francis Burton, Maurice Béjart, Abu Omar Yabir al Garnati, Mansur Escudero.... Recuperemos esa manera de vivir que, como dice la autora de este artículo, era refinada, libre, pacífica, tolerante, y que propiciaba el diálogo entre las religiones, el respeto y la moderación...





El mito de al Andalus

Mª Dolores F.-Fígares - Ideal - 21 de mayo de 2014

Hemos vivido estos días pasados muchas presentaciones de libros, arropadas por lo que supone de promoción la Feria del Libro, como acontecimiento cultural, que no comercial, a juzgar por las magras cifras de ventas que libreros y editoriales han podido extraer de la intensa semana.

Entre las numerosas citas, tuve la suerte de asistir a la presentación de 'El mito de al Andalus', una nueva propuesta para el debate y la reflexión del profesor González Alcantud, editada por Almuzara. Una joya que va a perdurar durante mucho tiempo, pues será difícil que alguien pueda añadir algo más a los argumentos, a los datos, a las proposiciones que plantea uno de nuestros intelectuales más brillantes, original en sus puntos de vista, audaz en sus perspectivas, siempre estimulando el diálogo y la reflexión.




No puedo, ni pretendo, resumir en tan corto espacio el denso y a la vez ágil contenido de esta obra, fundamental para comprender uno de los más potentes sedimentos de nuestra historia, en forma de mito, como relato que alimenta el imaginario de los andaluces desde hace siglos, mil veces negado y mil veces reconocido, lo cual demuestra su vitalidad.

Al Andalus evoca una manera de vivir, refinada, libre, pacífica, tolerante, que propicia el diálogo entre las religiones, el respeto y la moderación, un mundo abierto y cerrado al mismo tiempo, como un crisol donde se funden y se mezclan las herencias del pasado. Sus frutos son espléndidos y aún los disfrutamos y aprovechamos, pues han quedado fijados en muchas costumbres, en una cierta manera de estar en el mundo. Hubo un tiempo en que aquí se investigaba, había ciencia, literatura, se cultivaba el arte de vivir, mientras en muchos países europeos no sabían ni escribir, ni tenían alfabeto siquiera.




Se trata de "un mito bueno", dice José Antonio González Alcantud pues, y son sus palabras, "los mitos no son verdaderos ni falsos. Nos consuelan y nos ayudan a pensar el tiempo con sus conflictos y quietudes. No tienen una moral preestablecida, pero pueden orientar el pensamiento y la acción hacia el bien o hacia el mal".

En el caso del mito de al Andalus, de nuestra tierra, pensarla como un espacio de convivencia entre culturas, de encuentro entre seres humanos diversos y capaces de dialogar, de cierto refinamiento cuidado del paisaje, sensibilidad estética y muchas otras características, nos hace bien. Nos presenta sentimientos de adhesión a esos principios que nos hicieron grandes y respetables y que siguen vigentes hoy día. No está mal que orientemos el pensamiento y la acción hacia ese ideal cultural tan necesario en una época sin ideales.









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