He cruzado la línea hace tiempo, descorriendo casi todos los velos, quitando todas las máscaras/la persona; y me he asomado a otros mundos. Vivo en lo que Baudelaire definía como 'chambre double', la cual sólo abandono para ocuparme de las cosas más necesarias. Mi "estar aquí", mi presencia, se parece a un sueño hibernal iluminado… Vivo instalado en un constante viaje iniciático, en una epopeya que nadie puede imaginar siquiera…

sábado, 5 de noviembre de 2011

La Vía de la Espada

La banda sonora de la película “Ran” de Akira Kurosawa fue compuesta por otro genio: Toru Takemitsu. Merece la pena escucharla como acompañamiento a la Vía de la Espada, porque la vida es un combate…


Los japoneses llaman do o michi a “el camino”, el cual abarca multitud de artes meditativas a través de las cuales podemos alcanzar la plenitud. Así tenemos, por ejemplo, el “camino del té” (Chado), pero también muchos otros: el “camino del arco” (Kyudo); el “camino del escribano” que es el de la “caligrafía” (Schodo); el “camino de la flores” (Kado) o del “arte floral” (Ikebana); el “camino de la lucha” o “judo” (llamado Jiujitsu); el “camino de la espada” (Kendo); el “camino del incienso” o de la “esencia” (Kodo); más en general el “camino de las artes” (Geido); y también, por supuesto, el “camino del caballero” o “Bushido”, espíritu caballeresco japonés por antonomasia… - Todo esto en Japón no era ejercitado como un deporte, arte o incluso habilidad, sino que era y es todavía un “camino”, un modo de vida o mejor: una filosofía de la vida. Con ello se caracteriza una cierta actitud del espíritu, que hay que conservar en todas las situaciones de la existencia, no solamente en el tiempo del ejercicio de la ceremonia, o cuando se escribe o se hace esgrima…

Quisiera destacar que en todos estos caminos vive un espíritu y éste es el espíritu del Zen. Por ello existen en japonés expresiones como “Ken-Zen-ichinyo”, es decir, que “el arte de la espada y del zen son una misma cosa”. Del espíritu del Zen nacen pues todos estos “Do” hacia la unidad del espíritu y más aún hasta llegar a ser uno con la naturaleza, con el todo. Estos exigen el “Mu-ga”, el no-yo o el desaparecer de sí mismo y transmiten completo equilibrio interior y paz del alma… No ha de extrañarnos por tanto que el “Do” tenga resonancias que provienen del antiguo concepto del Tao llevado desde la China. El Tao de acuerdo a los pensadores clásicos Lao-Tzu y Chuang-Tzu, no tiene denominación ni es definible, es un unitario “eso” de lo cual todo deriva… Sin embargo, los japoneses menos inclinados a las abstractas especulaciones lo tomaron desde un punto de vista más realista, aplicable al hombre en todas sus relaciones sociales, prefiriendo la interpretación confucionista del Tao como algo definible, denominable, y un concepto múltiple que, sin embargo, trasciende a la naturaleza y al hombre. De este modo los japoneses entendieron al Tao como el camino o la senda a seguir en vida. Esta es interminable y profunda, larga, resbalosa y llena de numerosas dificultades técnicas, debiendo ser transitada como un medio de auto-cultivo y que lleva hacia la auto-perfección.

Así pues el concepto del do abarca una serie de disciplinas prácticas y activas asentadas en la firme convicción de que un hombre no es un ser humano completo hasta que pueda tener suficiente experiencia con el camino que ha elegido como expresión de su ser más profundo. Uno de estos caminos recibe el nombre de Kendo, que significa la “vía de la espada”. Los inicios del Kendo se remontan al establecimiento de la clase samurai en el siglo VIII, cuando las artes militares o Budo llegaron a ser la más alta forma de estudio, inspiradas por las enseñanzas del Zen y del Shinto. Las escuelas de Kendo nacidas en el período temprano de la época Muromachi (entre 1390 y 1600) continuaron hasta la formación del pacífico shogunato Tokugaa y sobreviven aún hasta hoy. La educación de los shogunes fue ejercida a través del estudio de los clásicos chinos y de los ejercicios marciales. De este modo, al ejercitarse el cuerpo y el espíritu - la misma filosofía que en la Antigua Grecia con el “mens sana in corpore sano” - se establecía un equilibrio psicosomático que daba lugar a un ser completo, en el que la pluma y la espada tenían igual poder. A esto los japoneses lo llamaron “Bunbun itchi”. En la historia occidental tenemos casos prominentes como fueron el de Esquilo, Tucídides, Copérnico, Miguel de Cervantes, La Rochefoucauld… Y, por supuesto, las célebres órdenes de caballería medievales…

Volviendo al tema que nos ocupa, es necesario mencionar que en Japón las palestras en las que se ejercitaban las artes marciales eran llamadas Dojo. Al principio fueron asociadas con los templos, pero muy pronto en cada castillo surgirían también, y en la mayoría de estos Dojo se practicaba el Kendo por parte de antiguos samurais o ronin, e hijos de los señores feudales. El objetivo de todo ronin era el vencer a los estudiantes y maestros de un dojo, incrementando su fama y hacerse conocido a quien quisiera emplearlo. Los samurais portaban dos espadas en el cinto con la hoja filosa hacia el extremo superior. La espada más larga (katana) se llevaba cuando salían y la más corta (shinai) se portaba todo el tiempo. Para el entrenamiento, se usaban a menudo las espadas de madera y las espadas de bambú.

Pero cuestiones técnicas aparte, ¿qué es el Kendo? El camino de la espada es la enseñanza moral de los samurais, forjada por la filosofía confucionista que marcó al sistema Tokugawa junto con la religión Shinto… Las cortes guerreras de Japón desde el período Kamakura al Muromachi alentaron la práctica del estudio del austero Zen entre los samurais, y el Zen fue de la mano con las artes de la guerra. En el Zen no hay elaboraciones, apunta directamente a la naturaleza verdadera de las cosas, no hay ceremonias, no hay enseñanzas, el perno del Zen es esencialmente personal. La iluminación en el Zen no significa de facto un cambio en el comportamiento, sino el darse cuenta de la naturaleza de la vida ordinaria. El punto final es el comienzo, y la gran virtud es la simplicidad…

En este contexto, en el cual yo vivo inmerso, se comprenderá que la enseñanza secreta del Kendo comienza por un ir abandonando tu vida y, por ende, por un ir echando el miedo fuera. La primera técnica es la última, y el principiante y el maestro se comportan de la misma manera. El conocimiento es así un círculo completo. El estudiante de Kendo practica en el Dojo miles de cortes mañana y noche, aprendiendo técnicas diversas hasta que eventualmente la espada se transforma en no espada, la intención se transforma en una no intención, y aflora un conocimiento espontáneo de cada situación. Así, la primera enseñanza elemental llega a ser el más alto conocimiento y el maestro continúa practicando este simple entrenamiento como una plegaria diaria...

Hablando de maestros, no puedo dejar de mencionar que en la universidad japonesa de Kumamoto existe una escuela cuyo nombre es dedicado a uno de los samurais más famosos de la historia, Miyamoto Musashi, quien pasó los últimos años de su vida en el Castillo de Kumamoto como invitado y profesor de los señores feudales de la región, los Hosokawa. Pues bien, Miyamoto Musashi escribió, entre otras obras, el célebre “Go rin no sho” o “Libro de los cinco anillos” que versa sobre el arte marcial del Kendo. En él nos habla sobre la estrategia y las artes del combate solitario y nos muestra el camino de la espada en cinco libros concerniendo diferentes aspectos: la Tierra, el Agua, el Fuego, el Viento y el Vacío. El primer libro es llamado el libro de la Tierra, en él, el cuerpo del camino de la estrategia puede ser explicado a través del libro de la tierra. Es difícil darse cuenta del camino verdadero a través sólo de la lucha con espadas. Se debe conocer las cosas más pequeñas así como las más grandes, las cosas más superficiales y las más profundas... En el libro del Agua, con agua como la base, el espíritu se vuelve como el agua, el agua adopta la forma del recipiente, y a veces es mansa y a veces un mar bravo. El estratega hace que las pequeñas cosas se transformen en grandes cosas, como construir un gran Buda de un modelo de un pie de tamaño. El principio de estrategia es teniendo una cosa, conocer diez mil cosas. Tercero es el libro del Fuego, este libro es sobre el combate. El espíritu del fuego es fiero, sea el fuego pequeño o grande, así como las batallas. La manera del combate es la misma para luchar de hombre a hombre y para batallas de diez mil. Así, se aprecia que el espíritu puede ser grande o pequeño. La esencia del libro es que se debe entrenar día y noche en orden de alcanzar decisiones rápidas. En el cuarto libro del Viento, se habla del viento como las viejas tradiciones, tradiciones presentes y tradiciones familiares de estrategia. Ya que es difícil conocerte a ti mismo si no conoces a otros; y finalmente en el libro del Vacío, el vacío significa que no hay principio ni final, alcanzar este principio significa no alcanzar este principio. El camino de la estrategia es pues el camino de la naturaleza. Cuando se aprecia el poder de la naturaleza, conociendo el ritmo de cualquier situación, será uno capaz de dar en el blanco y derrotar al enemigo interno en forma natural…

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