He cruzado la línea hace tiempo, descorriendo casi todos los velos, quitando todas las máscaras/la persona; y me he asomado a otros mundos. Vivo en lo que Baudelaire definía como 'chambre double', la cual sólo abandono para ocuparme de las cosas más necesarias. Mi "estar aquí", mi presencia, se parece a un sueño hibernal iluminado… Vivo instalado en un constante viaje iniciático, en una epopeya que nadie puede imaginar siquiera…

miércoles, 2 de noviembre de 2011

El Camino del Guerrero es el Camino del No Saber...

La contemplación de una obra de arte puede constituir, en numerosas ocasiones, un camino para llegar a lo Divino a través de la belleza. A lo largo de nuestra vida, con seguridad nos habremos dado cuenta alguna vez que ante una escultura, un cuadro, algunos versos de una poesía, o alguna pieza musical, hemos sentido una íntima emoción, un sentimiento de alegría inefable, al percibir aquello que claramente ante nosotros no era sólo material, sino que era algo más grande, algo que hablaba, capaz de tocar el corazón, de comunicar un mensaje, de elevar el ánimo… Sí, el arte es capaz de expresar y hacer visible la necesidad del hombre de andar más allá de lo que se ve, manifiesta la sed y la búsqueda de lo infinito. Por experiencia propia, he percibido que sin lugar a dudas hay expresiones artísticas que son verdaderas vías hacia el Espíritu, la Belleza suprema.

Siendo la música una de las más grandes bellas artes, aquí traigo hoy una melodía sublime que eleva el alma, una auténtica joya de la música espiritual. Su autor es Morten Lauridsen, compositor estadounidense (de ascendencia danesa) de 68 años, cuya música coral -ya sea a capella o con acompañamiento de instrumentos- da una enorme sensación de calma y tranquilidad, con cierto toque de dulzura y, sobre todo, con momentos de extrema luminosidad. La melodía es el célebre O Magnum Mysterium, interpretado ni más ni menos que por el Coro de la Catedral de Westminster durante la Misa del Gallo del año 2009. Su letra, breve, sencilla y sublime, es ésta:

O magnum mysterium
et admirabile sacramentum,
ut animalia viderent Dominum natum,
jacentem in præsepio.

Beata virgo, cujus viscera meruerunt
portare Dominum Christum, Alleluia!


Más allá de lo que he contado últimamente, acerca de aquello que me ha traído la Vida en este período de mi existencia, reconozco mi inicial impotencia para hablar de algo más allá de lo dicho, de lo relatado y compartido. ¿Por qué? Porque cada día soy más y más consciente de que todo lo realmente valioso en nuestra vida no se puede verbalizar, está más allá de las palabras… Esto lo tengo cada vez más claro… Sí, y me he dado cuenta también de que si, por azar o por milagro, las palabras se volatilizasen nos sumergiríamos en una angustia y un alelamiento intolerables o bien… ¡nos iluminaríamos! Tal súbito mutismo nos expondría, como fácilmente podemos imaginar, al abismo, a esa sima del ser a la que tarde o temprano tendremos que enfrentarnos. Y es que, sin duda, seremos siempre ‘camellos’ mientras sigamos bautizando con palabras el mundo que nos rodea para eludir lo Inexplicable… La actividad verbal y cognoscitiva, el mero gesto, el más mínimo pensamiento, es un ejercicio de escamoteo: nos permite circular por una realidad dulcificada o acibarada, esto es, por una realidad interpretada que no es la Realidad desnuda. Como siempre he defendido, y ahora se confirma con mi propia experiencia, aprender a manejar los conceptos equivale a desaprender a mirar las cosas

De la reflexión, de la dualidad ha surgido toda esta madeja, toda esta tela de araña, que nos tiene atrapados en su red de silogismos, estructuras y mentiras. La magia del faraón… Pero cuando un ser humano, a través de la Meditación, se vuelve a sí mismo y está realmente solo -sin la compañía de las palabras- se redescubre, ¡oh maravilla!, el universo incalificado, el objeto puro, el acontecimiento desnudo, sin el ornamento de la ilusión, del sueño… Observemos cómo las estrellas, el sol, la luna nunca se nombran a sí mismas. El Sol nunca dice: “Soy el Sol”. La Luna nunca dice: “Soy la Luna”. Por lo tanto, el verdadero sol, la verdadera luna, la verdadera estrella, la verdadera mente carecen de nombre…

Ya no me cabe la menor duda: es el pensamiento el que crea todos los nombres. – Por eso, la primera enseñanza de la Tradición Primordial (el Zen, el Sufismo, el Taoismo…) es comprender que la “mente” no es correcta, y que la “no mente” tampoco es correcta. Es evidente que la “mente” es solo un nombre, pero si nos aferramos a las palabras y al discurso, la “no mente” también es un nombre. Por ello todos los Maestros afirman, con su silencio, que abrir la boca es un gran error, porque saben que es el pensamiento el que crea la “mente”, la “no mente” y todo lo demás. Si eliminamos todo pensamiento, deja de haber palabras y discurso. Desprenderse de todo pensamiento significa regresar al Vacío anterior al pensamiento, en lo vertical… Si perseveramos en instalarnos en la sustancia original, en lo ‘anterior’ al pensamiento, todas las cosas y nosotros pasamos a ser Uno. Sí, Todo es Uno porque lo anterior al pensamiento es nuestra sustancia original. Esta sustancia es llamada, en el ámbito zen, punto primordial. -Y es curioso, porque en la cábala fonética sufí tiene una importancia axial el punto primordial que caracteriza a la letra Nûn, formada por un barco con un punto encima… Este punto de hecho es también fundamental en la caligrafía japonesa y en la pintura taoísta… ¿No es realmente significativo…?-

Todo proviene del punto primordial y regresa al punto primordial. Tras el vacío psíquico, tras la caída, tras la ruptura del huevo cósmico, la reminiscencia de aquel Origen no era en sí misma sino un reconocimiento/lamento de su irrecusable pérdida. Y el ser humano, en su ansia nominalista y con toda su buena fe, le puso nombres: Mente, Dios, Buda, Absoluto, Energía, Naturaleza, Conciencia, Sustancia, Todo… Sin embargo, nunca será suficientemente repetido que el punto primordial es anterior al pensamiento. NO hay nombre ni forma en él, ni palabras ni discurso… Por eso, precisamente por eso, es tan importante recordar que el camino del guerrero es el camino del no saber… En puridad, no sabemos, no sabemos estrictamente nada, en el más profundo y esencial de los sentidos. Es esencial tenerlo presente a lo largo de toda nuestra vida, porque toda ignorancia, toda oscuridad, todo dolor, todo sufrimiento samsárico (en su infinidad de variantes) proviene de ‘saber’ o de creer que sabemos. Este conocimiento mata al amor y emana sencilla y llanamente del mero hecho de pensar. De ahí que todos los Maestros reiteren que la Iluminación no es sino Mu, No, tener la Mente VacíaLa Iluminación brota cuando hace aparición lo-que-siempre-estuvo-ahí: la naturaleza previa al pensamiento. El punto primordial donde no hay mente y, en consecuencia, donde tampoco hay no-mente…

Sí, aunque suene extraño, he descubierto que la clave de toda la existencia, que la auténtica liberación es eliminar los pensamientos. La Vía Regia no es de facto sino desprenderse de todo pensamiento (ergo de todo juicio/prejuicio que es la fuente del Karma en su totalidad). Porque cuando aparece el pensamiento, aparece la mente. Y cuando aparece la mente, aparece el dharma. Y cuando aparece algún tipo de forma, surge inevitablemente el sufrimiento: vida y muerte, felicidad e infelicidad, simpatía y antipatía, llegada y partida... En este contexto, podemos comprender perfectamente que la primera mitad del camino de todo peregrino sea una via negationis, un deshilar todo el ovillo. Por esto, la primera proposición de la shahâda islámica es la negación/contracción/inhalación de “no hay dios” y luego viene la afirmación/expansión/exhalación de “sino Allâh”. En el sufismo los dos pasos principales del ‘camino interior’ son fana, esto es, la aniquilación del yo, o mejor aún, de la falsa ilusión de ser real, y baqâ, o subsistencia en lo realmente real. En la concepción china-taoista del universo y de su comprensión del mundo objetivo son fundamentales las nociones de vacío y plenitud… Y así en toda la Sophia Perennis

Ni el camello ni el león entran en ambas fases, ni las huelen siquiera. Afirmaré incluso que he descubierto que ambas fases son estados, y como tales, no implican una evolución forzosa que puede no darse. Por eso hay millones de personas que mueren como camellos y otras miles que mueren como leones. Sólo el Niño Loco, también llamado Puer Aeternus o Niño Divino, habita en el ámbito del No Saber, respirando (vacío-plenitud) en un mundo sin palabras ni pensamientos, siendo Uno con el Todo en un Universo incalificado, Sin Nombre, y por tanto no cosificado ni reificado. Luz, Luz, Luz y Libertad en estado puro. ¿Cuál es el mayor secreto pues que rodea a la existencia? ¡El arte de convertirse en un loco feliz! Y claro, es normal que así se vea desde este lado… Alguien que se ha vaciado a sí mismo, sin juicios ni prejuicios, sin pensamientos ni opiniones, un ser libre e iluminado de tal naturaleza, es por fuerza un loco divino, un loco feliz…

Confieso que desde que, gracias a mi Maestro, me inicié en la Vía Regia del Sufismo y del Zen mi vida cambió completamente. Aún sigo remando en estos botes pero ya atisbo perfectamente la otra orilla… Ahora solo puedo decir que, a pesar de mis numerosas limitaciones, de ninguna manera podría ser más dichoso de lo que ahora soy. Y esta dicha está más allá de la felicidad y la infelicidad. Desde que me levanto hasta que me acuesto estoy agradecido por todo lo que me sucede. En el zen se dice: “Cada día es un buen día”. Y esto solo puede ser así cuando, de verdad, se ha borrado toda tu historia personal. Sí, en verdad, se consigue poner fin a todas las quimeras solo y cuando te olvidas de ti mismo… A partir de este punto se inicia la expansión infinita del Corazón…

Canta Rumi en un bello poema que dedica al Amigo -su propio Corazón, que no es suyo y es de todos, el Corazón del Universo…-:

Solo Tú bajo el cielo
me recuerdas que la vida es sólo un vuelo.
Qué más da el mundo entero,
si el Amor es nuestro amigo más sincero.
Eres la Única razón que encontró mi corazón....
Sólo Tú, esta mañana, me das luz para el sendero un día más.

Sólo Tú frente a frente,
siempre solos aunque estemos con la gente.
Entre ellos nos movemos
les hablamos aunque no nos entendemos.
Nos saludan al pasar, como el sol saluda al mar...
Sólo Tú, esta tarde, me das luz para el sendero un día más.

Sólo Tú a mi lado
haces bello lo peor de mi pasado.
Sólo Tú sabes darme, cosas nuevas solamente con mirarme.
Nunca estuve tan feliz, como ahora junto a Ti...
Sólo Tú, noche a noche, me das luz para el sendero un día más….

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