Desgraciadamente, en nuestra literatura, a la máxima, al aforismo o al
pensamiento no se les ha dejado brillar con lustre. Pero yo siempre resaltaré la excelencia de los grandes escritores que se
dedicaron a ese género extraordinario que es el aforismo, tal y como dije
en mi post del pasado 22 de marzo.
Uno de esos escritores fue Sébastien-Roch Nicolas, Chamfort (1741-1794), moralista francés, lúcido y escéptico. De
Chamfort admiramos que sea un escritor donde el escarnio o la sátira no
produzcan unos modos de autoglorificación, sino que lo lleven por una senda
biográfica cada vez más marginal que acabará en el suicidio. Chamfort afirmaba cosas
terribles porque, como después hicieron Kafka, o Beckett, o Cioran, se situó en
un lugar tan bajo que vio de él y del mundo las penurias y los absurdos…
“Quien carece de carácter no es
un hombre, es una cosa”, escribió, y la fortaleza y el veneno de su
carácter, su orgullo también, su rencor, los dejó en sus Máximas, escritas en los
últimos lustros de su vida, cuando su hiel y su acíbar estaban segregándose
después de una juventud de placeres. Y con esta obra lo que quiso es realizar
un manual para solitarios, marginados, todos aquellos que, como él, tienen un
ideal excesivamente elevado de lo que debe ser el hombre y el mundo. Su
pensamiento es el de un trágico que se aparta del mundo asqueado de sus
corrupciones, de sus vaivenes. Por eso sus ‘Máximas’ son la reconstrucción de
su autobiografía intelectual y también de su autobiografía ideal.
Las Máximas poseen un estilo poderoso porque se da en ellas una adecuación entre las ideas y el
lenguaje que las expresa. Un lenguaje donde la depuración consigue una
falta de artificiosidad y una concentración verdaderamente extraordinarias.
Pero, sobre todo, lo que nos muestran es una manera de conducta ante valores en
los que no se cree y una experiencia humana observada con minuciosidad…
He aquí unas pocas máximas de Chamfort, realmente geniales…
He aquí unas pocas máximas de Chamfort, realmente geniales…
“Cuanto más se enjuicia, menos se
ama”
“Hay gente que está tan triste como si lo supiera todo”
“A dos cosas hay que acostumbrarse, so pena de hallar intolerable la
vida: a las injurias del tiempo y a las injusticias de los hombres”
“El amor, tal como existe en la sociedad, no es más que el intercambio
de dos fantasías y el contacto de dos epidermis”
“Lo que aprendí, ya lo olvidé; lo
que todavía sé, lo he adivinado”
“Existen tres clases de amigos: los amigos que nos aman, los amigos que
se burlan de nosotros y los amigos que nos odian”
“Las tres cuartas partes de las locuras no son sino necesidades”
“Amistad de corral, fe de zorros y sociedad de lobos”
“No nos agrada toparnos con alguien más feliz que nosotros mismos”
“La sociedad, los círculos, los salones, lo que se llama el mundo, es
una pieza miserable, una ópera mala y sin interés, que apenas se sostiene
mediante las máquinas y los decorados”
“Cuando en el mundo se desea
agradar, hay que resignarse a dejarse enseñar muchas cosas, que se saben, por
personas que las ignoran”
“Nadie tiene tantos enemigos en el mundo como un hombre recto, orgulloso
y sensible dispuesto a abandonar a las personas y a las cosas por lo que son,
más que aceptarlos por lo que aparentan”
“Los primeros motivos de tristeza me han servido de coraza contra los
siguientes”
“Se criticaba a M..., su gusto por la soledad, a lo que respondió: ‘Se
debe a que estoy más acostumbrado a mis defectos que a los de otro’…”
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