Dos melodías extraordinariamente profundas y meditativas traigo hoy para escuchar con suavidad. Por un lado, esta flauta de bambú china, la flauta shakuhachi original que luego fue llevada a Japón…
Y, por otro lado, esta melodía hondísima de flauta shakuhachi, muy apropiada también para la meditación, y que ya puse al comienzo de este blog. Se trata de la lluvia matutina…
Para entender este post de hoy en toda su completud, es fundamental leer previamente este fragmento escrito por Jeff Foster y que es realmente esclarecedor. Pertenece a su obra “No dualidad”, y dice así…
“… Cuando no sólo se comprende intelectualmente sino que se ve, con absoluta claridad, que el pasado y el futuro sólo resultan ‘reales’ porque son unos constructos de la mente que surgen en este momento, la vida adopta una dimensión completamente nueva. La vida, vivir, se convierte en tu máxima prioridad; es decir, el momento que se está viviendo lo constituye todo, sin dejar nada afuera. - Dejas de vivir en el pasado y en el presente, por decirlo de algún modo, para regresar inmediatamente al lugar del que nunca te marchaste, al lugar en el que todo sucede, al lugar que constituye tu verdadero hogar. Y todo resulta nuevo, fresco, vivo, espontáneo, en perpetuo cambio. Es como un renacer constante […] Como el momento presente siempre es nuevo, lo que se va, se va para siempre. Todo se esfuma en ese espacio abierto que eres tú y nunca queda rastro. El mero concepto de ‘bagaje psicológico’ resulta completamente superfluo. Por tanto, la atención se enfoca totalmente en lo que se está haciendo -la acción total, involucrarse completamente- porque ya no existe una persona física que se resista a lo que está sucediendo. En ese espacio abierto a la desaparición de toda resistencia, cualquier cosa es posible. Esto es la fuente de todas las posibilidades. Está tan claro que sólo existe el Ahora eterno... sólo existe el Espacio en que todo sucede: de hecho, ya no importa qué es lo que realmente está sucediendo Ahora, porque el Ahora siempre es suficiente y acoge igualmente a todas las formas, con cariño, sin discriminación ni prejuicios. Por tanto, siempre se permite que todo suceda tal y como está sucediendo, porque nunca hay nada fuera de lugar. Es la libertad absoluta en el corazón mismo de la vida, el amor incondicional que lo liga todo, y eso es lo que tú eres en esencia [...] Esto es el final del sufrimiento porque es el final del pasado; cada momento es sentido como si fuera el primero y el último de la vida, cada día es sentido como si fuera el primero y el último. Para la mente condicionada, esto resulta muy extraño pero, para ti, es la libertad absoluta. Es lo que todo el mundo busca pero nadie encuentra. Es la iluminación. Es la liberación. Y eso ya lo tienes, sólo que no te has dado cuenta. Sin duda alguna, tú eres eso….” Jeff Foster [Fuente: No dualidad]
Al descubrir nuestra Naturaleza Original, nos abismamos en un pletórico Vacío... Cuando el intelecto se vacía y se vuelve sereno, apacible, nada puede detener la corriente de vida profunda, intuitiva, ilimitada que surge desde lo más profundo de nuestro ser y que es anterior a cualquier pensamiento. Este es el flujo eterno de la actividad del Todo. El espíritu contiene todo el cosmos. La conciencia es más rápida que la luz… Por eso, amigos/as lectores/as, he dejado de soñar: no hay ningún Buda tras de mí, ninguna persona corriente, ninguna iluminación... Simplemente, me dejo llevar, vuela, vuela, volando… Esto es a lo que yo hacía referencia, en una charla que di hace un par de años, al hablar de Hishiryo. Como suele sucederme, adelanté en lo teórico lo que luego me he vivido profundamente en la práctica. Hishiryo es la conciencia cósmica, y no la conciencia personal; la conciencia cósmica, pura y sin dualidad que existe antes de que aparezca el pensamiento… Podemos experimentarla durante Zazen, de hecho, es el estado de conciencia propio del Zen. – Si “shiryo” es el pensamiento y “fu shiryo” es el no-pensamiento, HISHIRYO es el Pensamiento Absoluto, más allá del pensamiento y del no-pensamiento. Mas allá de las dualidades, de las oposiciones, de los contrarios. Mas allá de todos los problemas de la conciencia personal. ¡Es nuestra Naturaleza Original, o Naturaleza de Buda, o Inconsciente Cósmico...!
Qué cosa más hermosa escribió, a este respecto, el Maestro Dogen: “Pensad sin pensar. ¿Cómo se piensa sin pensar? Pensando desde el fondo del no-pensamiento. Esta es la dimensión cósmica, HISHIRYO”. Hishiryo, en efecto, es la armonía de las visiones objetivas y subjetivas, la última conciencia, más allá del espacio y del tiempo, la conciencia más excelente, global, universal, más allá de todos los fenómenos, más allá del pensamiento y del no-pensamiento. Lo que hay más allá del espejo… Los sentidos de nuestra conciencia no pueden imaginarla. Las categorías no pueden definirla. La palabra no puede explicarla. Sólo podemos acceder a este estado a través de nuestra experiencia vivida. Pues bien, justo esto es lo que quiero compartir, como experiencia vivida, en todos aquellos Talleres que imparta en los próximos años con todas aquellas personas que participen en ellos...
Y aunque todas estas experiencias vitales rebasan los términos, he de seguir utilizándolos por ahora como barcos que nos ayuden a llegar a la otra orilla. En este sentido, otro concepto importante a conocer, y realmente esencial, es el de mushotoku, que viene a ser algo así como aquello que simplemente está, sin meta fija, sin un egoísmo que nos arrastre a sacar provecho de cualquier situación. El mushotoku es de facto la esencia del espíritu zen. No se trata de querer detener los pensamientos, lo cuál sería todavía peor, sino de dejarlos pasar como nubes en el cielo, como reflejos en un espejo, sin oponerse a ellos, sin apegarse a ellos. De esta manera, las sombras pasan y se desvanecen. Y poco a poco, una vez que las imágenes del subconsciente han surgido y desaparecido, se llega al subconsciente profundo, sin pensamiento, más allá de cualquier pensamiento, Hishiryo, verdadera pureza…
Sentado, sin meta, se puede comprender MUSHOTOKU e HISHIRYO, secretos de la esencia del Zen. Pero esta comprensión es diferente a la del sentido común o a la de intelecto. Es percepción directa. Mushotoku es la filosofía del no-provecho, del no deseo de adquirir. Es el principio esencial del Zen. Dar sin esperar recibir nada a cambio. Abandonarlo todo sin miedo a perder. Volver la mirada hacia el interior. De la misma manera que en toda obra de arte, el artista debe saber darse enteramente sin ocuparse de alcanzar la gloria, la belleza, la riqueza, para expresarse en una obra bella, pura, auténtica, de la misma manera el discípulo obtendrá
Dicen que es absurdo el universo,
que la vida carece de sentido.
Pero no es un sentido lo que busco,
cualquier explicación o una promesa,
sino el estar aquí y a la deriva:
una simple botella que en la playa
aguarda la marea…
Sí, la palabra justa es abandono:
una dulce renuncia que me nombra
señor y dueño al fin de mi camino.
Queden hoy para otros
los afanes del mundo, y que mi mundo sea
la magia de esta casa
tomada en su quietud por la penumbra,
saber que nadie llegará a interrumpir mi tarde,
que no habrá sobresaltos,
ni voces, ni horas fijas,
porque ahora es tan sólo transcurrir
mi gran tarea…
Mediodía con sol,
redondo y sin final como el deseo.
Cuerpo y roca o sopor que los omite.
Soledad absoluta y el silencio
tan especial del mundo cuando calla.
Ausencia y plenitud.
Estancias y retornos…
Que nuestras manos puedan
protegernos del sol,
que eclipsen su contorno totalmente,
no debiera ocultarnos el tamaño
de ese astro al que quiero llamar padre.
Bajo su luz desnuda
no precisan las cosas de adjetivos:
la mañana del mundo es cuanto tengo,
contra su cielo soy
un cuerpo frente al mar que ahora procura
disfrutar de su instante
en el hueco sin pausa de los siglos…
Deseo confesaros algo, mientras avanzamos… Cada día percibo más claramente que la médula de la meditación es la compasión, y que, aunque el mundo no lo entienda, se hace mucho más por los demás Centrándose, y transmitiendo con nuestra vida, con nuestra actitud, nuestra energía, sin ni siquiera pronunciar una palabra, que con todas las obras de caridad que puedan imaginarse. Aunque todo está bien, todo lo que ayude al otro está bien, no cabe la menor duda de que la mayor compasión hemos de dirigirla hacia toda ese ingente sufrimiento inútil e innecesario que padecen las masas por su adhesión al Logos, esto es, por su empeño en mantener unas fijezas (la juventud, la posición, la belleza, la salud, el estatus, la misma existencia…) que se les escurren siempre entre las manos… Los seres humanos queremos que las cosas sean permanentes, pero eso no puede ser. Es imposible. Fijémonos en el hecho más que profundo de que si nos diéramos realmente cuenta de que todas las cosas son impermanentes, todo nuestro pensamiento, gradualmente, desaparecería… Pero preferimos continuar con nuestra ceguera…
No hay nada permanente ni existe ninguna certeza. Todo discurso que ignore la incertidumbre no es el discurso de un sabio. La única certidumbre es que las cosas, inevitablemente, son inciertas, y que no pueden ser de otra manera. ¿Y no está preñada de belleza esta docta ignorancia? Todo es un misterio... La vida es un misterio, la muerte es un misterio, lo que llamamos Tao es un misterio. Nosotros no conocemos las cosas en sí mismas, sino que las interpretamos según nuestras categorías mentales [*] Nuestras ideas son “predicamentales” como dicen los filósofos. Vivimos en un mundo “predicamental”, hoy diríamos un mundo virtual y en ese mundo nos movemos con toda soltura, pero no sabemos qué es el mundo en sí. Intuimos, sí, que hay una realidad “trascendente”, no predicamental. A esta realidad trascendente, que llamamos de mil formas (Realidad, Allâh, Dios, Tao, Atman…), no podemos llegar por la razón, que es predicamental. Sólo un golpe de vista tembloroso nos la puede hacer barruntar. Sólo el asombro nos puede acercar, cuando ya hemos muerto a nosotros mismos, cuando ya una Sola Mirada se mira a sí misma… Todo es un misterio. Sí, vivimos rodeados de misterio… Y es bueno que sigamos envueltos en el mundo del Misterio. En las brumas de Avalon…
Desde este esfumato, desde este reino brumoso e impregnado de misterio, nos damos cuenta de algo esencial que ya descubrieron todos los artistas puros y auténticos: que nos separamos del ruido para mirar nuestro decir desde la lejanía, para verlo incompleto y falto de figura... Ese mirar es el anuncio de una realidad más amplia para la palabra… Sí, en el silencio absoluto de la mente se crea la necesidad de una palabra nueva, que abarque todo el universo. Si nos mantenemos largo tiempo en la pura negatividad del silencio, si hacemos del silencio una morada, este nos irá alejando de lo próximo, nos irá arrancando los ojos lentamente, nos hará estar atentos a los rumores más antiguos, a los alientos más lejanos…
El silencio como ausencia de palabras no ilumina, es mero no-decir, un vacilar, algo anterior a algo. La única positividad del silencio es su capacidad anunciadora, reveladora... Así es, amigos/as. Poco a poco ese silencio, como ausencia de palabras, muestra que la negación tiene su origen en la positividad del Vacío. Aquí no es ya el silencio sino la misma ausencia de palabras la que va llenando todo. Las palabras no dichas son mayores en número a las palabras pronunciadas, lo no visto siempre se sitúa más allá de las imágenes posibles. Son también mayores en potencia: ocultan un misterio, la posibilidad de un Decir no únicamente dicho por nosotros, que surge en nosotros pero nos engloba. Llegar a este punto es abrirse a la posibilidad de una palabra que nos dice y nos destina, que nos hace partícipes de lo que está más allá de nosotros sin ser un capricho o proyección de nuestro ego.
Así empieza el balbuceo de toda criatura, desnacida en el aire de su entrega. Nos abrimos, deshacemos la concordancia del verbo y el sujeto, rompemos las definiciones y penetramos en la nueva intensidad del lenguaje, reconociendo su capacidad proteica, transformadora.... En la aceleración del pensamiento remontamos el vuelo, un vértigo sereno, pues el discurso hablado no puede contener todos los desarrollos que esa aceleración genera. Vuela, vuela… ¿Os dais cuenta? Las letras son átomos, que se han hecho presencia. Los átomos son como las ideas, que se han unido en la espiral del tiempo. La lluvia de letras fertiliza los posibles. Todas las posibilidades en todos los instantes. Todo lo que ha podido ser, lo que no ha podido ser, lo que ha sido y lo que es, lo que nunca será, destinado a permanecer como potencia. Todas las manifestaciones se congregan en un punto, en lo indiferenciado, en el origen de todas las bifurcaciones. Punto absoluto y vórtice donde convergen todas las energías, y cuyo símbolo es el Grial del Corazón. Él, que es el Centro del Mundo, nos llama y reclama de nosotros una atención innata. En él y ante él, todas las soledades se disipan. Todos los espejos se dirigen a un vacío de múltiples facetas, de infinidad de gestos y de abrazos, de infinidad de ramificaciones expresivas. Entonces las palabras no dichas llenan el firmamento… Todo habita así en mi decir aniquilado, todo habla mi lenguaje. Es mi propia materia la que se congratula con el Decir de todo. Todo se imanta de la Palabra ausente, abarcadora. Todo es materia de mi habla, sustancia de mi espera, palabras de mi estar calladamente inscrito en la materia…
[*] Tanto es así, que podemos leer una afirmación muy potente que dice Nietzsche y que es eternamente cierta. - Y, desde luego, da qué pensar… - Afirma el filósofo tudesco: “¿Qué es el prójimo? ¿Cuáles son los límites de nuestro prójimo, esto es, aquello en virtud de lo cual nos deja, por así decirlo, su huella? Todo lo que entendemos del prójimo son los cambios que, en virtud suya, se operan en nuestra persona; lo que sabemos de él es como un molde vacío. Le atribuimos los sentimientos que sus actos provocan en nosotros y le conferimos así el reflejo de una realidad falsa. Lo concebimos de acuerdo con el conocimiento que tenemos de nosotros mismos, haciendo de él un satélite de nuestro propio sistema, y cuando se ilumina o cuando se oscurece para nosotros, somos nosotros la causa última de ello, aunque supongamos todo lo contrario. ¡En qué mundo de fantasmas vivimos!; un mundo invertido y vacío, al que, sin embargo, vemos, como en un sueño, del derecho y lleno” [Aurora, 118]
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