He cruzado la línea hace tiempo, descorriendo casi todos los velos, quitando todas las máscaras/la persona; y me he asomado a otros mundos. Vivo en lo que Baudelaire definía como 'chambre double', la cual sólo abandono para ocuparme de las cosas más necesarias. Mi "estar aquí", mi presencia, se parece a un sueño hibernal iluminado… Vivo instalado en un constante viaje iniciático, en una epopeya que nadie puede imaginar siquiera…

lunes, 9 de junio de 2014

Maravillosa escena de la Iluminación de Buddha. La Liberación al alcance de cada uno de nosotros...

LA ILUMINACION DEL BUDA SAKIAMUNI





Las Tres Vigilias


Primera vigilia 

El aire se aclaró y quedó en calma. La luna llena se alzó en el cielo y brilló suavemente. El bodhisattva, inmóvil, entró en el primer nivel de meditación. La noche era extremadamente silenciosa, como si ni los insectos se atrevieran a hacer ruido. A medida que la luna continuaba ascendiendo, la compostura del bodhisattva se hacía más profunda y uno por uno dominó los niveles de meditación hasta llegar al cuarto. Su concentración era brillante y sin tacha, total y equilibrada. Seguidamente, con gran fe y confianza, renunció a la vigilia y su mente entró sin esfuerzos en una gran claridad insondable, sin contenido que la perturbara. Pero no llegó a ser prendido en ella. Con la mayor claridad y ternura volvió a controlar su mente para desatar el nudo del nacimiento, la vejez, la enfermedad y la muerte.

Vio que la condición previa para la vejez, la enfermedad y la muerte es el nacimiento. Una vez que ocurre el nacimiento el resto sigue inevitablemente. Vio que la condición para el nacimiento radica en el proceso de llegar a entrar en movimiento; que la condición para esto es el afán de asirse a algo, el ansia de ser; la condición previa de esto último era el deseo; y la condición para el deseo son las sensaciones de felicidad, de sufrimiento o de indiferencia; y la condición de esto el contacto sensual; y la condición para el contacto sensual está en los campos de los sentidos; y la condición para los campos sensoriales, la excitación mente-cuerpo; y la condición para la mente-cuerpo, la conciencia. Vio que la mente y el cuerpo y la conciencia se condicionaban entre sí para producir un rudimentario sentido del yo. Vio que la condición para la conciencia eran los impulsos volitivos y, finalmente, que la condición para los impulsos volitivos era la ignorancia.

Con todo esto vio que el proceso entero que terminaba en la vejez y la muerte comenzaba cuando la inteligencia básica caía en el desconocimiento de su propia naturaleza. De este modo la inteligencia que lo penetra todo se extravía y busca convertirse en un yo.

Después de esto, la claridad y la apertura de su mente se incrementaron aún más. En la primera vigilia de la noche, su visión interior consiguió verse libre de todo obstáculo. Esto se llama la apertura del ojo divino. Después volvió su atención al pasado y pudo ver sus otras vidas incontables que se extendían a lo largo de muchos eones y edades del mundo.





Segunda vigilia

En la segunda vigilia de la noche, movido por la compasión, abrió su ojo de la sabiduría todavía algo más y vio el espectáculo del universo entero como en un espejo inmaculado. Vio como los seres nacían y morían de acuerdo con su karma, las leyes de causa y efecto. Al ver que el nacimiento y la muerte ocurrían de acuerdo con la cadena de la causalidad, el bodhisattva contempló las sendas cíclicas de todos los seres. Vio a los desafortunados, a los exaltados y a los humildes siguiendo sus diversos caminos. Vio cómo ignorantes y llenos de sufrimiento eran arrojados a las tormentosas olas del nacimiento, la vejez, la enfermedad y la muerte.





Tercera vigilia

En la tercera y última vigilia de la noche se aplicó a sí mismo a la tarea de arrancar de raíz sus sufrimientos de una vez para siempre. Había comprendido claramente cómo se ponía en marcha la rueda de la dependencia en la cual cada estadio dimana de una causa precedente, comenzando con la ignorancia. Y vio como los seres eran arrastrados a ella por la poderosa fuerza motiva del karma. Su ojo divino buscó los medios de liberación. Vio que con el cese del nacimiento dejarían de existir la vejez y la muerte; con el cese del deseo de ser no habría nacimiento; con el cese del anhelo, no habría deseo de ser... y así sucesivamente hasta llegar a la secuencia de la ignorancia, principio de la causalidad. Vio el sufrimiento, la causa del sufrimiento, el cese del sufrimiento y finalmente, también, el camino de ese cesar.





Gran Despertar 

Al término de la tercera vigilia, con las primeras luces del alba, el bodhisattva se vio a sí mismo a través de los últimos restos de ignorancia. Con esto obtuvo la completa y total iluminación y se convirtió en Buda. Las primeras palabras que llegaron a él fueron éstas:

Buscando al Arquitecto pero sin encontrarlo
viajé por la esfera de incontables nacimientos:
¡Oh, qué doloroso es nacer una y otra vez eternamente!

Arquitecto, ahora que has sido visto
no debes construir la casa de nuevo.

Tus vigas han sido rotas;
tu parhilera también se ha derrumbado.
Mi mente ha logrado ya el informe nirvana
y alcanzado el final de todo tipo de anhelos.

Después pensó: «He alcanzado el no volver a nacer. Mi liberación es irrebatible. Éste es mi último nacimiento. No habrá reencarnación del ser.»





Petición del dios Sahampati

Tras el momento de la iluminación Buda continuó meditando junto al Árbol de Bo o Árbol Bodhi (Iluminación) y a continuación en varios otros lugares de la vecindad. Pasado un tiempo consideró si debía enseñar el Dharma a otros. «Es demasiado profundo y difícil para ser enseñado», pensó. «Choca demasiado con el grado del engaño obstinado y que lo penetra todo. Un mundo tan totalmente dominado por el compromiso, tan acostumbrado a vivir en el placer y la agresión, tiene demasiado polvo en los ojos para estar en condiciones de percibir la verdad que se oculta tras todo eso.» Así, el Bendito decidió que no enseñaría. Guardaría silencio.

El dios Sahampati tomó conciencia de la decisión de Buda. Se le apareció al Bendito y con las palmas de las manos juntas le suplicó, en nombre de todos los seres, que «girara la rueda del Dharma». Alegó que había muchos auténticos buscadores de la verdad con poco polvo en sus ojos. Éstos estarían en condiciones de percibir el Dharma en su sutileza y profundidad.

-Sólo si enseñas -le dijo- liberarás a incontables seres del ciclo del sufrimiento.

Al ser suplicado de ese modo, Buda se vio movido por la compasión. Accedió a la petición del dios, guardando silencio, pero cuando Sahampati supo que había sido oído le hizo una reverencia y se marchó.


Fuente del texto: Samuel Belcholz y Sherab Chödzin Kohn. La Senda del Buda. Introducción al Budismo. Colección Documento, ed. Planeta S. A., Barcelona 1994, I.S.B.N.: 84-08-01071-9.





* Video impresionante del final de la película El pequeño Buddha (1993) de Bernardo Bertolucci, en el que podemos contemplar la maravillosa escena de la Iluminación de Buddha...








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