Somos ladrones encantadores,
que robamos corazones,
y nunca desfallecemos,
porque somos los amigos del Uno.
El tiempo de los viejos sermones
ha pasado, nosotros apuntamos
directamente al corazón.
Si la mente intenta entrar a hurtadillas
y tomar el mando, nosotros le echaremos
el lazo sin demora. Convertimos el veneno
en medicina y nuestras penas en bendiciones.
Todo lo que nos era familiar,
a quienes amábamos
y a nosotros mismos,
tuvimos que dejarlos atrás.
Bendito sea el poema que viene
a través de mí, pero no de mí,
porque el sonido de mi propia música
ahogaría la canción de Amor...
Rumi
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