Es un auténtico deleite escuchar suavemente esta deliciosa música pianística de Johann Sebastian Bach. Se trata ni más ni menos que de su célebre Adagio BWV 974. Al dejarnos mecer por su bella melancolía, nos olvidamos de la cruda realidad de la vida demiúrgica, de este infierno llamado mundo…
La segunda parte de mi anterior post -sobre el Grial y la milicia gibelina- llegará en su momento. Ya estoy escribiendo al respecto… Mientras tanto, considero sumamente oportuno dedicar mi post de hoy a una serie de máximas que convergen en el hecho indiscutible de que en el universo todo es alimento… Merece la pena leerlas…
“Un documental sobre los animales salvajes: crueldad sin descanso en todas las latitudes. La “Madre Naturaleza”, torturadora genial, penetrada de sí misma y de su obra, se regocija y no sin razón: todo lo que vive tiembla y provoca temblor…” E. M. Cioran
“La crueldad de la naturaleza es comparable, por así decirlo, a una gran cocina, en la que todos devoran y son devorados. Nada se pierde: la suma da siempre el mismo resultado. ‘Todo hace estiércol’, dicen los campesinos. Vivimos, como dicen antropólogos y biólogos, en parte de seres que creamos en nuestras propias entrañas, para digerirlas a continuación. Así podemos imaginarnos a los demiurgos: arriba, como Espíritu del Mundo, que se deleita en olímpica paz con la furia de los animales y las guerras de los hombres… abajo, como un abultado vientre a quien le sienta bien todo devorar y ser devorado…” Ernst Jünger
“Todo el Universo es alimento. El Alimento es la sustancia de todo. Dice el Taittirîya Upanisad: ‘La sustancia del universo es llamada alimento’. Y también: ‘El alimento es el principio universal, porque en verdad los seres están hechos de alimento, una vez nacidos viven del alimento y cuando mueren se convierten en alimento’ (3,2) – El Alimento es la forma del Sí mismo, porque el ser no es sino alimento. Las Escrituras dicen que cuando un hombre no come, entonces no piensa, no escucha, carece de tacto, no ve, no puede hablar, sentir ni paladear. Sus energías vitales lo abandonan. Pero se dice que si come, se llena de vida. Puede pensar, escuchar, tocar. Puede hablar, paladear, sentir y ver. Por eso:
Todas las criaturas están hechas de alimento,
todo lo que hay sobre la Tierra
vive de alimento y se convierte, al final, en alimento (T. U. 2,2,1)
Todos los seres de este mundo, día tras día, se agitan en busca de alimento. El sol aspira el alimento con sus rayos y ofrece calor. El fuego, bien alimentado, arde. Este mundo fue moldeado por el hambre de la Inmensidad. Por eso hemos de venerar el alimento como el alma del universo. Las Escrituras dicen:
Todas las cosas han nacido del alimento.
Nacidas, crecen por el alimento.
Todo es comido y come.
Por lo tanto, todo es alimento (T. U. 6, 11-12)
No se puede decir si lo comido es más importante que lo que come, si el combustible es más importante que el fuego…” Alain Daniélou
A las citas anteriores, me gustaría añadir una información que me ha llegado hoy mismo, leyendo un reportaje sobre el ‘vuelo’ de las semillas en primavera, esos bulanicos que llenan campos y ciudades en esta época del año. Pues bien, resulta que estas pelusas, al tratarse de semillas, son alimento para algunas especies de aves como los verdecillos y los jilgueros, y para otros como el moscón, además, son material para hacer sus nidos. Curioso, ¿verdad? En fin, es una verdad inobjetable que todo lo que hay en el universo es alimento. Sé que esto es así y ya está, que las interpretaciones no sirven para nada, que no hay que añadirle categoría moral alguna a los fenómenos de la naturaleza. Pero entiéndaseme si yo afirmo, aunque aquí me aleje de la vía del zen, que me parece cruel que la forma de sostenimiento de todos los seres vivos sea a costa de otros seres vivos, que el sacrificio y la muerte constituyan la fórmula universal para la supervivencia de las especies.
Por eso entiendo a los veganos, los cuales no pudiendo obviamente evitar el alimentarse, son al menos vegetarianos (como lo eran los cátaros), lo cual es un acto evolutivo digno de elogio y emulación. Ellos se alimentan de plantas porque éstas no poseen un sistema nervioso, y, por tanto, no sufren. La verdad es que, seamos lo que seamos, lo mejor que podemos hacer es alimentarnos de todo aquello que no constituya un sufrimiento para otros seres. Se pueden comer y beber productos lácteos, frutas de todo tipo, verduras y vegetales variados, y se puede vivir perfectamente así, sin necesidad de alimentarse de carne ni de pescado, a no ser, claro, que nos veamos en un caso de hambre, de extrema necesidad, y no tengamos otra cosa a mano. Pero insisto: ningún animal debe sufrir ni por diversión ni por alimentación.
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