He cruzado la línea hace tiempo, descorriendo casi todos los velos, quitando todas las máscaras/la persona; y me he asomado a otros mundos. Vivo en lo que Baudelaire definía como 'chambre double', la cual sólo abandono para ocuparme de las cosas más necesarias. Mi "estar aquí", mi presencia, se parece a un sueño hibernal iluminado… Vivo instalado en un constante viaje iniciático, en una epopeya que nadie puede imaginar siquiera…

martes, 5 de agosto de 2014

La Música como Vía de Conocimiento Espiritual...

La afinación o la ablución musical

Leili Castella

Como es bien sabido, una de las particularidades más significativas del sufismo mevleví, inspirado en el insigne maestro sufí persa Mawlânâ Rûmî (m. 1273), es haber hecho de la música una vía de conocimiento espiritual. Como escribió Halil Bárcena en una ocasión, la música en Mawlânâ Rûmî deviene “una suerte de propedéutica que afina las actitudes tanto psicológicas como espirituales del derviche, permite comprender mejor los principios más sutiles del saber místico y anticipa el carácter unitivo de la experiencia mística” [1]. Es en este contexto que nos gustaría dedicar estas líneas a la afinación del rebâb, suerte de viola oriental de tres cuerdas, uno de los instrumentos musicales preferidos del maestro persa de Konya y al que consagró no pocos versos.




La afinación comporta pulcritud y limpieza: no hay música sin afinación previa, del mismo modo que, en el islam, no hay oración sin ablución. Explica la reputada islamóloga francesa y especialista en Mawlânâ Rûmî, Eva de Vitray-Méyérovitch, que para el musulmán, la ablución prescrita antes de realizar la oración ritual o namâz, tiene una doble significación:  literal, puesto que supone la limpieza física del cuerpo, y al mismo tiempo simbólica, puesto que alude también a la purificación interior. Dice la citada autora: “Uno de los aspectos psicofisiológicos de las abluciones tiene que ver con dejar atrás las inquietudes, las preocupaciones y el calor del día; y también, con el tránsito de lo profano a lo sagrado”. [2] Continúa escribiendo la islamóloga francesa: “El “pulimiento” (o la afinación, dicho en términos musicales) creará en aquel que ora, una vacuidad que le pondrá en un estado de completa disponibilidad (…) Para los místicos del islam, la revelación divina se conforma a la receptividad del corazón, a su virginidad” [3]. Siguiendo con el símil entre la ablución y la afinación, ambas presuponen además la conciencia del estado de impureza o desafinación del que partimos, y la expresión del anhelo sincero de dejar de estarlo a través de estos dos actos de alta carga simbólica.




Pero la afinación del rebâb tiene aún otra particularidad, a saber, su precariedad,  la cual implica que ha se ser constantemente reajustada. Este instrumento musical recuerda al aprendiz de músico, una y mil veces, que es hijo del instante o ibn al-waqt; y que el estado de afinación, que necesita de una atención fina y sostenida, no ha de darse nunca por supuesto o conquistado. El rebâb enseña, pues, por añadidura, la humildad de reconocer que ello es así.

Afinar el rebâb requiere varios pasos: templar primero cada una de sus cuerdas, para comprobar después que, concordadas unas con otras, forman un todo armónico. Ajustar las cuerdas entre sí tiene pues mucho de “reunir lo disperso”, en palabras de una oración atribuida al profeta Muhammad. A esta necesidad de reunificación interior del ser, se refiere precisamente Mawlânâ Rûmî cuando dice: “El oro, que es tu inteligencia, está fragmentado en mil pedazos. ¿Cómo puedo en ellos dejar la impronta de mi sello? Tu inteligencia está dividida en cien asuntos importantes, en mil deseos (...) Has de unir estas partes dispersas mediante el amor (...) Cuando te hayas reunificado, grano a grano, entonces será posible dejar en ti la impronta del sello del Rey” [4]. O dicho de otro modo y en términos musicales: sólo en estado de “afinada limpieza”, la música puede devenir oración. Acabemos con estos bellísimos versos del maestro persa de Konya:

Ruinas de amor somos hoy como siempre.
No abras la puerta de la mente, toma el rebâb,
Que hay cien clases de oración y genuflexiones
Para el que tenga el rostro del Amigo por mihrâb *. [5]  





Notas

[1] Halil Bárcena, Rûmî y la Mística de la Escucha. El simbolismo musical en el sufismo de Mawlânâ Yalâl al-Dîn Rûmî (inédito).

[2] y [3] Eva de Vitray-Méyérovitch, Eva La prière en islam. Albin Michel, 1998, pp. 57-60.

[4] Rûmî, Masnawî IV, verso 3285 y ss. 

[5] Traducción de Clara Janés y Ahmad Taherí, Yalal ud-Din Rumi, Rubayat. Ediciones Unesco, 1966, p. 150.


(*) Mihrâb: nicho de oración de una mezquita





Leili Castella es licenciada en derecho y pianista. Rebâbista del grupo 'Ushâq, es coordinadora del Institut d'Estudis Sufís de Barcelona y directora de la escuela de música 'Baraka. Música con alma'.