Corría
el año 1996 cuando Heidemarie Schwermer decidió vivir sin dinero.
En Alemania, y en el resto de Europa, su gesto se percibió más bien
como una excentricidad. La típica "rareza" que salta a la
última página de los periódicos y luego se olvida. El gesto inútil
de rebeldía en plena época de las vacas gordas. A vivir que son dos
días.
"Empecé a hacerlo por la situación del mundo. Porque me parece injusto que haya gente que muera de hambre mientras nosotros derrochamos a diario la comida".
Pero
son ya 17 años y ahí sigue. Primero vivió sin marcos y ahora sin
euros. Su "experimento" se ha convertido más bien en una
filosofía de vida: "Gib und Nimm" ("Da y Toma").
La experiencia dio pie a un libro y ahora a una película: 'Living
without money' ('Vivir sin dinero'). Cumplidos
ya los 70,
Heidemarie huye de los protagonismos pero se esfuerza en demostrar
que vivir sin dinero es posible.
"Empecé
a hacerlo por la situación del mundo. Porque me parece injusto que
haya gente que muera de hambre mientras nosotros derrochamos a diario
la comida. Yo llevaba una vida acomodada, pero sentí
la necesidad de hacer algo diferente.
Ahora mi mensaje es más relevante si cabe. La gente me toma más en
serio porque sienten que algo debe cambiar".
La
crisis está golpeando también en Alemania, advierte Heidemarie, y
la gente está lanzándose a explorar estilos alternativos de vida.
Ella misma arrancó en 1994 con el primer grupo de intercambio de
Dortmund, Da y Toma, allanando el camino a los bancos de tiempo y a
las redes de trueque que ahora proliferan por la Eurozona como
respuesta a la renqueante economía oficial.
Una vida 'normal'
"Para
mí, el grupo fue una buena manera de empezar a actuar de un modo
diferente", reconoce Heidemarie. "Pero la idea es ir más
allá. El cambio -con o sin dinero- ha de comenzar con uno mismo, a
la altura de la conciencia. Creo que la filosofía de "dar y
tomar" puede aplicarse fácilmente a la vida "normal".
Cuando cambiemos de mentalidad y descubramos que hay vida, más allá
de lo que podamos comprar por dinero, será realmente cuando acabe de
tomar cuerpo eso que ahora llamamos la "economía compartida".
Ha
llegado quizás el momento de recordar que Heidemarie Schwermer llevó
una vida "normal" hasta los 53 años.
Nuestras compañeras Ana Alonso y Rosalía Sánchez glosaron antes
para EL MUNDO su trayectoria vital: madre
trabajadora con dos hijos,
profesora desencantada con el sistema educativo, psicóloga y
terapeuta gestáltica que llegó a vivir a cuerpo de reina y con más
de un coche en la puerta. "Una vida dominada por el tener y no
por el ser" (en palabras propias).
Tras
probar con el grupo de intercambio, la idea de vivir sin dinero le
fue rondando la cabeza. Decidió
probar por un año,
a modo de experimento. Vendió su casa, canceló la cuentas del
banco, repartió el dinero entre sus hijos, regaló muebles a vecinos
y amigos, hizo donaciones a los más necesitados. Ella misma se vio
de la noche a la mañana 'sin techo', obligada a llamar a las puertas
de amigos y conocidos para comer y pernoctar. Eso sí, siempre
presta a ofrecer sus servicios (cocinando,
regando plantas, recogiendo a los niños, paseando a los animales) a
cambio de la generosidad ajena.
Aprender a vivir en el presente
Al
principio se sintió "liberada" al desprenderse de todas
sus posesiones. Pero después
fue difícil,
reconoce. Más de un día pasó hambre, o tuvo que hacer noche en el
centro cultural Wissenschaftsladen de Dortmund, que siempre le abrió
sus puertas. Con el tiempo, sin embargo, la ley de 'Gib und Nimm'
acabó surtiendo efecto. El 'dar y tomar' se convirtió en su
respuesta humana a la moneda de cuño.
A
veces se ha llegado a ver en situaciones extremas, pero su "ley"
nunca falla, o eso asegura: "Hay aprender a trabajar con el
miedo y a vivir en el momento presente. También hago previsiones y
calculo que nada me falte, pero más de una vez me ha ocurrido que no
tenía nada para comer, y de pronto me llaman unos amigos que me
invitan ese mismo día. Viviendo así te das cuenta de que muchas
de nuestras preocupaciones en la vida diaria son absurdas, y muchas
de ellas están relacionadas con el dinero".
Al principio se sintió "liberada" al desprenderse de todas sus posesiones. Pero después fue difícil, reconoce. Más de un día pasó hambre.
Heidemarie
tiene ordenador y teléfono (regalados). Su ropa también la consigue
así, y prácticamente todas sus necesidades básicas. Con su curioso
sistema consigue
gratis hasta entradas para la ópera (a
cambio de sus servicios como psicóloga en un conflicto familiar).
Sus hijos y sus nietos se sienten "orgullosos" de ella,
aunque siguen apegados a sus posesiones. Su pretensión, asegura, no
es que todos empecemos a vivir sin dinero, sino más bien que
reflexionemos sobre "lo que realmente somos y lo que tenemos".
¿Qué vida queremos?
Su
red de amigos se extiende ya por varios países, sobre todo en
Italia, donde le concedieron el premio Tiziani Terzani en 2008. Y si
la invitan, viaja donde haga falta para hablar de su experiencia,
sola o arropada por la cineasta noruega Line Halvorsen, la directora
de 'Viviendo sin dinero' (la película).
"Hemos
tenido 350 proyecciones en 30 países hasta la fecha, y el interés
ha sido muy grande en Estados Unidos, Grecia, Italia o España",
admite Line, afincada temporalmente en la Costa Brava. "La
crisis económica ha forzado sin duda a la gente a pensar de una
manera diferente y a ser más creativa. El
ejemplo de Heidemarie no te deja indiferente:
hay gente que la critica y hay gente que la admira. Unos y otros
salen de la proyección haciéndose la misma pregunta: ¿Llevamos
realmente la vida que queremos? ¿Estamos contentos con el sistema
económico? ¿Podemos buscar alternativas y trabajar juntos por otros
estilos de vida?".
"Me sigue sorprendiendo su capacidad para estar en el momento, para perderle el miedo a la vida y tener fe en lo que ocurra"
Siguiendo
día a día con la cámara a Heidemarie, Line Halvorsen admite que
ella misma pasó por momentos de duda: "Tenía realmente
dificultades para entender su reto personal. Pero el tiempo que
pasamos juntas me permitió ser su amiga y apreciar aún más su
ejemplo. Ella me ha hecho mirarme a mí misma y cuestionarme mis
propias actitudes hacia la vida, el dinero y las posesiones. Me sigue
sorprendiendo su capacidad para estar en el momento, para perderle el
miedo a la vida y tener fe en lo que ocurra".
"Y
su mensaje en sin duda más relevante en tiempos de crisis. Creo
que está surgiendo un movimiento muy poderoso de 'economía
compartida', al margen de la economía oficial. Es un mundo que
quiero explorar en un portal en la red y en un nuevo documental sobre
el crecimiento económico en un planeta finito. Ahora mismo estoy en
España, siguiendo el ejemplo de Heidemarie, y viviendo
fundamentalmente de la generosidad de mis amigos. Creo que todo lo
que está ocurriendo nos va a servir en el fondo para 'recuperar la
economía', para reforzar los lazos sociales y descubrir que una vida
feliz va más allá de los bienes materiales".